Barcelona,
26 de febrero de 2012
Me
dispongo a entrar al Teatro Coliseum de la ciudad conda., Éste será
para mí, otro de los muchos viajes en el tiempo de la mano de Madame
Noir. La fachada con toda la impresionante marquesina iluminada con
el nombre del show y de la artista, promete que será una noche
inolvidable y brillante en todos los sentidos.
Tomo
posesión de mi butaca, primera fila, y me preparo para disfrutar de
otro rodaje, cada uno de ellos es único, distinto, y está noche no
será menos…
Respiro
hondo, pongo la mente en blanco y en un abrir y cerrar de ojos me
encuentro inmersa de nuevo en plena década de los 50; mi particular
regresión al siglo pasado, al olor a madera, a notas de música, a
glamour y a cine negro... Esta es la magia del teatro, señores.
Con
unos minutos de retraso sobre el horario previsto entra en escena el
director de la película que nos da una serie de pautas escuetas y
precisas, entre las que destaca la orden de no mirar a la diva a los
ojos bajo ningún concepto. Él mismo se encarga de dar los últimos
toques al set de rodaje, todo tiene que estar impoluto para que
Madame Noir entre en el plató de grabación. Parece que ya está
todo listo, incluso el escenario es perfumado por Blondie, por
supuesto al gusto de la diva... pianista en su piano, luces, cámaras
y acción!!!!
El
joven director da paso a la estrella de la noche, “Con ustedes, la
única, la incomparable, Madame Noir "y señala hacia la derecha del
escenario pero por allí no aparece nadie. Repite con fuerza la misma
acción dos veces más, y allí sigue sin aparecer nadie…. Una voz
se escucha, pero no vemos a nadie; se abren las puertas del teatro y
aparece la artista, como buena diva que es, le gusta desconcertar al
director con este tipo de gestos, es decir, hace siempre lo que la de
la gana. Entona los primeros compases de “Lágrimas de escarcha”
y todo el público se pone en pie ante la presencia de la “Dama de
Negro”. Como debe ser, ella avanza con paso firme entre la
concurrencia, haciendo paradas estratégicas para recoger los
aplausos que la brinda su público. Conforme la Diva va avanzando
hacia el escenario, la gente se va sentando, dando lugar a un efecto
óptico precioso. Llega por fin al escenario donde termina de
interpretar el tema y de nuevo todo el teatro se pone en pie para
alabar a la diva, a la única, a la incompable Madame Noir....
Para
La señorita Noir nada está perfecto nunca, lo único perfecto en el
teatro es ella, y pronto empieza a hacérnoslo saber, a su publico y
como no, a su director y a sus ayudantes, Polvitos y Blondie. El
espejo no está en su sitio, el cámara no se llama como ella quiere,
de todo hace el drama más cómico que haya visto en mi vida. Y entre
drama y drama, ella canta, y como canta!!!!
“Miedo”,
eso es lo que siente una diva cuando se encuentra cara a cara con la
soledad.
“Toda
mi vida por un hombre”, ay Madame Noir, quien te quiere, quien te
cuida piénsalo.... Interpretación magistral y desgarradora.
Parece
que el rodaje no va tal cual lo había previsto la diva, y por lo
tanto, llega el momento de llamar a su inseparable Polvitos os os os
os,, así con mucho eco, para poner verde al director: que si le
huele el aliento a morgue, que si lleva el calzoncillo rojo, que si
tiene el culo de un mandril y que si come higos secos; cualquier
escusa es buena para que la doña se desahogue... y le eche la culpa
a Polvitos de su incontinencia verbal. Pobre Polvitos... se va con la
cabeza gacha, pero a la llamada de su señora vuelve presto y veloz
para escuchar una serie de cariñitos y promesas de amor para toda la
vida. Madame Noir es tan humana y Polvitos que según la diva está
tan falto de afecto, se conforma con tan poco... animalito.
Madame
Noir vuelve al micrófono para cantar “Para Siempre”. Al
finalizar el tema, llama a Blondie, que según la diva siempre llega
tarde, para que le haga unos arreglos en el vestido.... Ambas
desaparecen entre bambalinas.
El
director regresa a escena, empieza a estar un poco harto de los
esperpentos de Madame Noir, pero sin embargo se desvive para que
todas las excentricidades de la artista queden cubiertas. Así que
llega la hora de aumentar el ego de Madame Noir con la aparición de
la fan, una fan alocada, que ha de cumplir con todas las
instrucciones del director que intenta sacar lo mejor de la joven
admiradora.
Suena
de nuevo el piano y se intuye el bello tema “E poi”. Aparece la
artista con un impecable traje de chaqueta y pantalón en tono negro
y nos deleita de nuevo con su voz. Una vez acabada la canción y
embriagada de los aplausos de su público, se va hacia el piano,
quejándose de que ella no va a cantar la siguiente canción porque
tiene tonos imposibles; pero no hay nada imposible en este show,
nada.
Al
gesto del director la joven fan vuelve a la escena e interpreta paso
a paso lo dictado anteriormente: grita, se arrodilla, y llora como si
tuviera un hijo en el cárcel, todo por la diva!!!! Su efusividad se
ve recompensada con unas sorpresas entre las que se encuentra un beso
de Madame Noir, y como ella misma reconoce “Lo que tiene que hacer
una por un fan”.
Llega
el magnifico tema “Ahora, ahora”... Comienza a cantar, pero
oooohhh problema, no hay micro.... El director acude arrodillado a
dárselo, pero es demasiado tarde, hay que repetir la toma, tres
veces, puesto que la diva no sabe si reír o llorar. Al final ganan
las carcajadas, ganan tanto que incluso Madame Noir pierde la
compostura y tiene que dar la espalda a su público ya que no puede
contener la risa, dando lugar a uno de los momentos más divertidos
de la noche. Y entre risas y aplausos a “quien ha jodido la capela”
continua la noche.
Otro
inconveniente en el rodaje... hay uno de los extras que se ha saltado
la instrucción expresa de no mirar a los ojos a la diva, que presa
de un ataque de cólera pide que se subsane de inmediato: dicho y
hecho!! La diva ya está más tranquila y continua cantando, esta
vez entre el público. Desgrana “E Penso a te” y regala momentos
inolvidables a un par de afortunados, sin duda es una de las
interpretaciones más emotivas de la noche.
Paso
a paso, tema a tema vamos llegando a una especial, divertida y única
sesión fotográfica. Madame Noir aparece en escena con un perrito en
brazos para su retrato familiar que se ve interrumpido por un osado
paparazzi.
Aquí
todo puede pasar, y como no podía ser menos la diva se dedica a
investigar su personaje, a tirar de método, a ahondar más y eso da
fruto a una divertida “Insensatez”.
Se
apagan los focos, suenan las campanas y llega la hora de “su
balada” acompañada por la oscuridad que es la luz de la muerte.
Aquí no puedo añadir nada, toca disfrutar de esta magnifica
interpretación, culminada de forma soberbia con la diva en el suelo
presa del cansancio de su propio personaje.
El
rodaje se da por terminado, todos recogen el set, aún con Madame
Noir en el suelo, nadie se percata de su presencia porque ella, ya no
es nadie, ya no es nada, ni tan siguiera es una sombra de lo que fue.
En un escenario vació se despierta la que fue una gran diva. No
queda rastro de sus asistentes. Se encuentra engullida por la
soledad, esa soledad que al final es su único castigo.
El
pianista no puede evitar al encontrar una partitura ponerse a tocar
sus notas, y aparece Madame Noir, entre una intensa niebla, sola, con
su maleta cargada de recuerdos. Con el teatro totalmente en silencio
vuelvo a la realidad, porque oigo como pasa el metro bajo mis pies, y
sonrío... pienso que esta noche es tan especial que hasta el metro
quería dar también su toque de magia, puesto que con la niebla, la
noche, la maleta y el ruido de traquetear del metro, se crea una
magnifico ambiente digno del mejor final de una película de los 50,
donde muchas acababan en una estación con el rugido de un tren
expreso. Y así con esta magia, llegamos al fin de este rodaje un
tanto peculiar y culminado de forma fantástica con un “Nessum
Dorma” que provoca que toda la gente se ponga en pie y aplauda
enfervorizada durante varios minutos.
Fin
de la función. Entre las tablas ya no está Madame Noir, sino Mónica
Naranjo. Durante el espectáculo, hemos disfrutado de música, teatro
y humor a partes iguales, hemos conocido un poco más a este
excéntrico personaje llamado Madame Noir que nos ha brindado
momentos de comicidad, de esperpento y de complicidad con su publico
e incluso momentos que nos llegan a encoger el corazón.
Durante
las más de dos horas que ha durado nuestra particular incursión en
los años 50, disfrutamos de la voz desnuda y sin artificios de la
portentosa Madame Noir, interpretada magistralmente por Mónica
Naranjo.
La
voz de la artista catalana llega hasta el ultimo rincón del teatro y
se clava en la piel, su voz es sobrehumana, y una vez más no he
podido evitar mirarle la garganta mientras cantaba y observar como
vibran sus cuerdas vocales a su antojo. Es fantástico!!
Este
viaje va llegando a su fin... nos presenta a todo el fantástico
elenco: El director Luis Aliaga, que realiza un trabajo excelente, el
maestro Pepe Herrero al piano, Girbert que interpreta a Polvitos o
“Polvazos”, y Tracy que da vida a Blondie. Estos dos últimos
están perfectos en unos personajes que sin articular palabra,
expresan tantísimo en cada una de sus apariciones.
Y
por último y no menos importante, la joven directora de esta
magnifica locura, Vanessa Jose. Y como guinda final unos pequeños
extras de cuatro patitas, Jolie y Marcy (Carita): dos de los perritos
que Mónica sacó a escena y que según ella, habían sidos los
encargados de cantar durante toda la noche: Jolie había hecho los
agudos y Marcy los graves.
Y
así entre risas y chistes llegamos al final de esta gran “película”
que nadie debería perderse: Madame Noir.
“Que
viva la vida y que viva la música”
Bea García